Es alarmante revisar algunas cifras del Banco Mundial como que la exportación de alimentos de América Latina es tres veces más lo que se consume la población latinoamericana y tenemos 16% de niños desnutridos. La búsqueda desmedida de utilidades nos llevó pronto a la crisis y generación de problemas de distintas naturalezas y magnitudes.
En las décadas pasadas en aras de la minería hemos destrozado sistemas ecológicos y en aras de la reducción de costos y la competitividad hemos caído en el abuso del trabajo infantil, hoy en día en este preciso momento puede estar usando algún polo que compro en alguna tienda barata sin siquiera pensar porque es tan barato. ¿Es que no se puede llegar a una armonía entre lo económico (ganancias, utilidades, competitividad, productividad, etc.), el medio ambiente (conservación de cuencas, uso adecuado de recursos naturales, etc.) y lo social (igualdad de oportunidades, distribución de la renta, etc.)? La Economía Sostenible trata de resolver este dilema.
El término desarrollo sostenible fue formalizado por primera vez en el documento conocido como Informe Brundtland (1987) de la Comisión Mundial de Medio Ambiente y Desarrollo de Naciones Unidas y declara textualmente: “Satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las generaciones futuras para atender sus propias necesidades”. La economía sostenible no es una política económica, es más bien un conjunto de conceptos bien estructurados fundamentados en tres pilares: el reto ecológico es la reducción de impactos negativos de los procesos productivos en la ecología, esto conlleva a la efectividad ecológica. El reto social, que es el impacto de los procesos productivos en la población, esto nos lleva a la efectividad social y finalmente el reto económico último pero no menos importante. Este último pilar esta en consonancia con los pilares ecológicos y sociales.
En el año 2007 existía en el Perú una industria prometedora de algas pardas, que crece en aguas frías al sur del Perú y norte de Chile. El mercado principal era el chino, y las empresas que exportaban estas algas a China eran de procedencia china y chilena. A un precio de USD 330 por tonelada, la cantidad exportada en el 2007 fue de alrededor de 7.000 toneladas. Considere que el 40% de las algas es agua, por tanto para producir esa cantidad necesito extraer 11.660 toneladas del mar. La cantidad que podíamos extraer del mar sin alterar la dinámica de reproducción era de 9.500 toneladas. A noviembre del 2008 se extrajeron 15.000, se había superado en 5.500 toneladas. Las consecuencias económicas: el sector no puede exportar más a falta de materia prima, el estado deja de percibir impuestos, los accionistas dejan de percibir dividendos. Los sociales inmediatos: pérdida de trabajo, trabajadores especializados en la extracción de algas son difíciles insertar con rapidez en otras actividades. Al no existir el alga muchos peces y moluscos pierden su fuente de alimentos y de protección de otros peces, desaparecen las especies y por tanto la economía de pequeños restaurantes se ve deteriorada. Ecológico porque demora en crecer la pradera de algas, social por el desempleo.
La veda impuesta por PRODUCE tiene por lo menos para dos años. Los más vulnerables de todo esto son los pobres, la empresa podrá exportar otras especies, mal que bien tiene como defenderse. Ahora, ¿Sigues pensando que es un tema de economías sofisticadas solamente?
Por: Gustavo Seminario
Primera falla ética: el Estado abandonó su misión de proteger el interés colectivo en campos estratégicos
En nombre del "fundamentalismo de mercado" como lo llamó el Presidente de Francia, Sarkozy, se dejó a la "autorregulación" de los actores económicos un mercado tan delicado y clave como el parafinanciero.
Alan Greenspan (The Week, 2008) declaró al ser interpelado en el Congreso americano sobre los desastrosos resultados producidos: "estoy en estado de estupor. Creímos que las instituciones financieras se autoregularían para proteger sus intereses, y los de los accionistas, y no lo hicieron... todo el edificio intelectual que construimos se ha venido abajo".
Segunda falla ética: la conducta de los altos ejecutivos financieros
La desregulación salvaje creó un clima de "incentivos perversos". Era posible llevar adelante casi en impunidad lo que el Presidente Obama ha llamado "una codicia desenfrenada". Los altos niveles gerenciales de diversas empresas financieras de gran peso las llevaron a situaciones de altísimo riesgo sistemático para favorecer la maximización de ganancias a corto plazo, dado que sus "paquetes" estaban ligados a los beneficios inmediatos de las empresas. Las intoxicaron de activos dudosos, que incidían en los balances aparentes, aún cuando el futuro fuera totalmente dudoso.
Fue la acusación del Congreso contra Richard Fuld presidente de Lehman Brothers, que llevó a la quiebra a una empresa de 160 años de existencia. El presidente de la Comisión respectiva del Congreso, Henry Waxman, le mostró que había cobrado en los últimos años 500 millones de dólares. Además que se había cubierto, por si lo despedían con un "paracaídas de oro", una cláusula en su contrato que en ese caso obligaba a la empresa a pagarle 65 millones de dólares. Le preguntó: "¿es esto juego limpio?". Nicholas Cristoff Premio Pulitzer, tituló su columna en el New York Times dedicada a Fuld "Se necesita ejecutivo, 17.000 dólares por hora, no se necesita ser competente". Su remuneración era 2.000 veces el salario mínimo (8,25 la hora), que ganaban amplios sectores.
También la que se le hizo a John Tayhn presidente de Merrill Lynch, que ya habiendo sido absorbida con dinero del Estado, anticipó el pago de bonos por $ 4.000 a los altos ejecutivos. Asimismo en plena crisis hizo redecorar su oficina por $ 1.200.000 incluyendo una alfombra por $ 87.000 y una cómoda de $ 35.000.
Tercera falla ética: los sesgos de las agencias calificadoras de riesgos
David Segal (New York Times, 18/3/09) describe así su operatoria: "Pusieron su sello de aprobación en incontables subprimes y valores vinculados que ahora se describen como tóxicos. El problema consistía en que eran pagadas por las corporaciones cuya deuda debían graduar, percibían millones en honorarios y tenían un incentivo financiero en dar altas notas a valores que no lo merecían. Por lo menos 10 grandes compañías que quebraron o fueron rescatadas en el último año tenían calificación para la inversión. Moody' s calificó la deuda de Lehman Brothers con A2, días antes de que se presentara a quiebra, y le dio a la deuda no asegurada de AIG, un rating de A3, más alto aún que A2, una semana antes de que el Gobierno se viera obligado a tomar la compañía en septiembre pasado".
Bernardo Kliksberg, “Hacia un desarrollo integrado e inclusivo en América Latina”, Asesor Principal de la Dirección de la PNUD para América Latina y el Caribe.