Primera falla ética: el Estado abandonó su misión de proteger el interés colectivo en campos estratégicos
En nombre del "fundamentalismo de mercado" como lo llamó el Presidente de Francia, Sarkozy, se dejó a la "autorregulación" de los actores económicos un mercado tan delicado y clave como el parafinanciero.
Alan Greenspan (The Week, 2008) declaró al ser interpelado en el Congreso americano sobre los desastrosos resultados producidos: "estoy en estado de estupor. Creímos que las instituciones financieras se autoregularían para proteger sus intereses, y los de los accionistas, y no lo hicieron... todo el edificio intelectual que construimos se ha venido abajo".
Segunda falla ética: la conducta de los altos ejecutivos financieros
La desregulación salvaje creó un clima de "incentivos perversos". Era posible llevar adelante casi en impunidad lo que el Presidente Obama ha llamado "una codicia desenfrenada". Los altos niveles gerenciales de diversas empresas financieras de gran peso las llevaron a situaciones de altísimo riesgo sistemático para favorecer la maximización de ganancias a corto plazo, dado que sus "paquetes" estaban ligados a los beneficios inmediatos de las empresas. Las intoxicaron de activos dudosos, que incidían en los balances aparentes, aún cuando el futuro fuera totalmente dudoso.
Fue la acusación del Congreso contra Richard Fuld presidente de Lehman Brothers, que llevó a la quiebra a una empresa de 160 años de existencia. El presidente de la Comisión respectiva del Congreso, Henry Waxman, le mostró que había cobrado en los últimos años 500 millones de dólares. Además que se había cubierto, por si lo despedían con un "paracaídas de oro", una cláusula en su contrato que en ese caso obligaba a la empresa a pagarle 65 millones de dólares. Le preguntó: "¿es esto juego limpio?". Nicholas Cristoff Premio Pulitzer, tituló su columna en el New York Times dedicada a Fuld "Se necesita ejecutivo, 17.000 dólares por hora, no se necesita ser competente". Su remuneración era 2.000 veces el salario mínimo (8,25 la hora), que ganaban amplios sectores.
También la que se le hizo a John Tayhn presidente de Merrill Lynch, que ya habiendo sido absorbida con dinero del Estado, anticipó el pago de bonos por $ 4.000 a los altos ejecutivos. Asimismo en plena crisis hizo redecorar su oficina por $ 1.200.000 incluyendo una alfombra por $ 87.000 y una cómoda de $ 35.000.
Tercera falla ética: los sesgos de las agencias calificadoras de riesgos
David Segal (New York Times, 18/3/09) describe así su operatoria: "Pusieron su sello de aprobación en incontables subprimes y valores vinculados que ahora se describen como tóxicos. El problema consistía en que eran pagadas por las corporaciones cuya deuda debían graduar, percibían millones en honorarios y tenían un incentivo financiero en dar altas notas a valores que no lo merecían. Por lo menos 10 grandes compañías que quebraron o fueron rescatadas en el último año tenían calificación para la inversión. Moody' s calificó la deuda de Lehman Brothers con A2, días antes de que se presentara a quiebra, y le dio a la deuda no asegurada de AIG, un rating de A3, más alto aún que A2, una semana antes de que el Gobierno se viera obligado a tomar la compañía en septiembre pasado".
Bernardo Kliksberg, “Hacia un desarrollo integrado e inclusivo en América Latina”, Asesor Principal de la Dirección de la PNUD para América Latina y el Caribe.