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La crisis financiera internacional ha fortalecido al FMI, en un momento en que su papel perdía en importancia. Sus créditos y asesoría vuelven a tener demanda y podría vigilar en el futuro a los mercados financieros.

“El FMI está haciendo nuevos negocios”, dijo el director general del fondo, el antiguo ministro de Finanzas francés, Dominique Strauss-Kahn. En el curso de la crisis han sido otorgados más de 100 mil millones de dólares en créditos a Estados con graves dificultades en sus balanzas de pagos. El primero en recibir un crédito salvavidas fue Islandia, cuya economía amenazaba con colapsar como resultado de la crisis financiera.


A México el FMI le prometió una ayuda de 47 mil millones de dólares, la mayor hasta ahora. Le siguió Polonia con 20 mil millones de dólares y posteriormente Bielorusia, Letonia, Hungría, Pakistán, Serbia y Ucrania. También se han visto beneficiados Turquía, Rumania, Mongolia y Bulgaria. Otros Estados seguirán después, según el director del FMI, Dominique Strauss-Kahn.

Atrás han quedado los tiempos cuando era sumamente difícil que el FMI otorgara un crédito. En general se ha propagado ampliamente la convicción de que es útil la cooperación entre la institución y los países miembros.


El director general del FMI, Dominique Strauss-Kahn.


Recetas de corte neoliberal


El Fondo cuenta con reservas de 250 mil millones de dólares, así como reservas de oro estimadas en 3.200 toneladas y posee una plantilla de empleados altamente capacitados. Pese a ello nadie tocaba a las puertas de su sede en Washington para pedir apoyo económico ni para solicitar asesoramiento financiero, pues las medicinas de la institución siempre han sido amargas.


Los expertos del FMI vinculaban el otorgamiento de créditos de emergencia a condiciones muy rigurosas de corte neoliberal. Se demandaba una reducción sistemática de los déficits presupuestales y de las subvenciones, pedía tasas de interés más altas y una reducción de las prestaciones sociales. En algunos países en donde los gobiernos siguieron los lineamientos del fondo, se vieron confrontados ante virulentas protestas de la población hambrienta y empobrecida.


En amplios sectores del llamado tercer mundo, el FMI ha sido odiado y visto como el garrote de los países ricos e industrializados. Durante los años del auge económico internacional, a muchos países en desarrollo les resultó fácil darle la espalda al fondo. Eran tiempos de dinero barato y no se veían necesitados de los créditos de la institución porque podían recurrir a otros acreedores que no imponían condiciones tan estrictas.


Algunos Estados como Venezuela que registraron altos ingresos por la venta de petróleo podían otorgar créditos a sus aliados políticos en franca competencia con el fondo. Como resultado el FMI perdía cada vez mayor importancia, nadie se interesaba por su asesoría y la falta de ingresos por concepto de intereses, ponía en peligro el financiamiento de su aparato operativo.


Ucrania pidió al FMI un crédito de 16.500 millones de dólares.


Déficit en el propio FMI


En el 2003 los créditos otorgados por el FMI ascendieron a 100.000 millones de dólares. En febrero de 2008 esta cifra se había desplomado hasta los 15.600 millones. En consecuencia habían caído los ingresos por concepto de intereses con los que el fondo costeaba su funcionamiento. Anualmente el déficit del fondo oscilaba en torno a los 400 millones de dólares.


Como reacción a ello fueron introducidas medidas de austeridad. La plantilla de 2600 empleados fue recortada en unos 400 y la institución vendió 403 toneladas de oro. El FMI prevé deshacerse de una octava parte de sus reservas de oro e invertir los ingresos en fondos de inversión y destinarlos al otorgamiento de nuevos créditos a países en desarrollo. Adicionalmente el fondo ha contratado créditos provenientes de bancos centrales. El pasado 15 de septiembre recibió un crédito de 15.000 millones de euros del Banco Central Alemán.


La crisis financiera internacional ha dado un nuevo impulso al negocio de la institución. El FMI nuevamente recibe solicitudes de crédito y de ser necesario, también de asesoramiento. Grandes países emergentes así como naciones ricas en materias primas han visto desplomarse sus ingresos de exportaciones.


Otros países en el Este de Europa han acumulado durante el auge de los últimos años altos déficits en sus balanzas de pagos. Las bancarrotas están a la orden del día y el peligro de una crisis de divisas no se ha disipado en muchas de estas naciones.


Vendedor callejero en las calles de Ucrania.


Inyecciones millonarias


Por ello los jefes de Estado y de Gobierno de las naciones industrializadas y en desarrollo integrantes del G-20 acordaron en su cumbre de abril en Londres una fuerte inyección de recursos al FMI. A una inyección inicial de 250 millones de dólares se sumó otra de 500 millones en el corto plazo y otra de 250 más en el mediano plazo. En total el FMI recibiría 1.000.000 millones.


“Creo que el FMI es sobre todo un bombero, esa es su principal tarea durante una crisis. Actualmente las promesas de ayuda suman el doble que durante la última crisis financiera. Por esa razón su financiamiento se ha triplicado por acuerdo del G-20. Nuestro financiamiento proviene de los bancos centrales de los países miembros. Si otorgamos más créditos, necesitamos más recursos”, afirma el director del FMI, Dominique Strauss-Kahn.


En la capitalización de corto plazo los países de la Unión Europea contribuyeron con 125.000 millones de euros. Tan sólo Alemania puso 25.000 millones. China puso 40.000 millones, mientras que Brasil, que a principios de los años 90 sufría una fuerte crisis y era uno de los principales clientes del FMI, esta vez aportó 4.500 millones de dólares a la capitalización de la institución. Pero los países exigen una reforma del fondo, quieren una mayor participación en el capital y un mayor derecho de voto en las decisiones que se toman en su seno. Aunque ya ha habido reformas los países industrializados todavía tienen la última palabra, lo que significa que Bélgica tiene un mayor peso que China.


Nuevo papel en el futuro


Con un mejor financiamiento el FMI puede ayudar a los países a detener sus déficits en el presupuesto y la balanza de pagos que tienen lugar al producirse una baja en las exportaciones o cuando tienen que pagarse créditos o deja de fluir el capital privado. Por ejemplo, Turquía tiene que pagar este año 50.000 millones de dólares a deudores extranjeros. Como esta suma no puede obtenerse en los mercados de capitales internacionales, la única alternativa es el FMI. Algo similar sucede en una serie de países de Europa del este. De esta forma la crisis financiera internacional ha provocado un esperado renacimiento de la institución.


“Todo esto es para mi muy importante. Queremos contar un sistema de alerta temprana, dar una buena asesoría, detectar los riesgos del mañana. Al mismo tiempo hay que asesorar a los gobiernos sobre cómo pueden afrontar los riesgos de los años venideros. Ese es nuestro papel. Y yo creo que es el papel de la Institución, el decir la verdad así como nosotros la percibimos”, afirma Strauss-Kahn.


El FMI es de los ganadores de la crisis. No sólo por el otorgamiento de créditos, sino por la vigilancia y la asesoría. Si se trata de vigilar más estrechamente los mercados financieros, según lo acordado en la cumbre del G-20 en Londres, que confirmó la última cumbre del G-20 en Pittsburgh, entonces habrá que adoptar estándares mundiales homogéneos que puedan coordinarse de manera internacional. Para ello ninguna otra organización está mejor capacitada como el FMI.


Autor: Karl Zawadzky/ Eva Usi

Editor: José Ospina Valencia

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